Hola papás en apuros!

Seguro que os habéis encontrado en la situación en la que vuestro hijo comienza a llorar por la noche, y no sabéis exactamente por qué lo hace. El llanto por norma general, provoca mucha frustración en el adulto, a veces, desesperación por no saber cómo conseguir que nuestro pequeño vuelva a la calma. Pero si además de esto, le sumamos que este llanto aparece en mitad de la noche provocando una interrupción en nuestro sueño, el momento se puede complicar un poco más.

Bien, antes de nada, lo más importante es quitarnos de la cabeza el pensamiento adulto que en ocasiones tenemos sobre el llanto. Cuando un niño llora, no está desafiando al adulto, ni tampoco llora porque sólo quiere estar en brazos.  Cuando un niño llora es porque tiene una necesidad, una necesidad que él mismo no puede cubrir.

Hoy me gustaría compartir con vosotros una pequeña parte del libro «Todos a la cama» del Dr. Álvaro Bilbao (sin duda uno de los mejores libros sobre sueño infantil para padres que he leído, os lo recomiendo mucho, muchísimo!). Si alguna vez os preguntáis porque lloran vuestros hijos por la noches,  Álvaro nos explica que se debe a que cuando son bebés a diferencia de los adultos, su cerebro está desnudo, a falta de estructuras cerebrales que les permitan cubrir por si mismos  las necesidades que en ese momento están teniendo.

Los motivos más frecuentes por los que un niño suele llorar por la noche son:

  • Hambre: Cuando el niño tiene hambre, su cerebro primitivo lanza la orden del llanto para avisar a sus cuidadores.
  • Temperatura mal regulada: El hipotálamo es la estructura cerebral que regula la temperatura y es una de las que más despacio se desarrolla. A los niños les cuesta regular su temperatura, además que sus capacidades motrices aún son limitadas.
  • Fiebre: Debido al punto anterior, la poca capacidad de regular la temperatura, es frecuente que los niños reaccionen a infecciones y virus con un aumento de la temperatura que no se pueda controlar.
  • Escozor: La piel de un bebé es un 50% más fina que la de un adulto, por lo que un doble o irritación en la piel, tiende a ser mucho más doloroso e incomodo.
  • Dolor: La capacidad del niño de soportar el dolor y contener la tensión emocional que conlleva, es muy limitada. Es por ello que situaciones relativamente poco dolorosas para un niño más mayor o un adulto, en un bebé puede generar un gran estrés emocional que deriva en llanto.
  • Cólicos del lactante: Los cólicos son dolores abdominales que aparecen en menores de cuatro meses y que suele durar entre tres y cuatro horas al menos tres días por semana, a la misma hora. El llanto de estos cólicos es más intenso de lo habitual y es inconsolable.
  • La hora fatídica: Muchos otros niños a los que no se les ha diagnosticado cólicos, también tienen al final del día un momento de llanto, de menos duración y una intensidad más variable. Al final del día el lóbulo frontal de nuestros bebés está agotado de haber mantenido durante todo el día la atención a los diferentes estímulos del entorno que le rodea.

Ahora que ya sabemos los motivos más frecuentes del despertar de los niños, ¿Creéis que vuestros pequeños pueden estar pasando algún momento así?

Os leo en comentarios familias!

Categorías: Psicopedagogía

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