Soy María, nací en Madrid a finales de los 80 y desde 2015 vivo en Barcelona, ciudad que me ha robado el corazón por completo.
Los recuerdos que tengo de mi infancia están plagados de momentos familiares, reuniones en las que se reía y se disfrutaba. También de momentos de conflicto, discusiones entre papá y mamá, entre hermanos, diferentes opiniones respecto a decisiones con nosotros… pero por arte de magia mis padres siempre conseguían calmarse y seguir sonriendo.
Soy la pequeña de tres hermanos, con mucha diferencia, quizá esto me haya permitido crecer viendo las relaciones entre hermanos desde otra visión. Cuando yo nací ellos ya tenían 11 y 13 años. Mis padres siempre se han dedicado a que fuéramos nuestra mejor versión, en mi casa siempre había (y hay) algún primo, o amigo o vecino, a mi madre le encantan los niños. A ella le debo mi vocación por los niños y la infancia, y a mi padre le debo el respetar a las familias y a entender cada situación desde otro punto de vista diferente al propio.
Cuando tenía 11 años, nació mi sobrino Daniel, en este momento descubrí que era mucho mejor que los muñecos que yo podía tener en casa y me asombraba cómo reaccionaba ante cada situación, cómo era capaz de aprender cosas que no le enseñábamos. Compartía casi las 24h del día a su lado, tuve la suerte de que vivieran justo en el balcón de enfrente a mi casa durante unos años, él fue el primer contacto directo con la primera infancia.
Cuando cumplí los 16 años, nació mi segundo sobrino Alejandro, con él pude explorar otra mirada sobre la educación y la crianza, sobre cómo nos relacionamos con los niños, cómo cada palabra o gesto que realizamos con ellos es un ejemplo que toman al pie de la letra. Ser un poco más mayor y tener clara mi vocación, me permitió reflexionar sobre nuestro papel como adultos en el mundo infantil.
Ellos, me ayudaron a entender a qué me quería dedicar, aprender más sobre el desarrollo evolutivo, comprender bajo evidencias científicas que pasaba en aquellos pequeños cerebros, cómo conseguimos ser quien somos y ayudar a las familias en su día a día, a comprender las necesidades de sus hijos, a gestionar los momentos de estrés y acompañarles en el fascinante camino de ser familia.
Así surge Papás en Apuros (Familias en apuros) con mucho respeto y cariño hacia vosotros, familias. Con todo lo aprendido por el camino, intentando que cada día sea mejor que el anterior y que cada momento sea una oportunidad de aprendizaje y progreso familiar .
